Los niños no son adultos pequeños. Pero sí son profesionales. Su trabajo es jugar, su trabajo es experimentar, su trabajo es probar cosas diferentes.
Chuck Jones
Los escritores deben sortear muchos peligros, aunque uno de los más temidos es la parálisis ante la página en blanco. Para cualquier novelista el bloqueo creativo es una pequeña muerte, porque crear personajes y trasladarse al corazón de las historias durante unos trayectos tan largos necesita grandes y continuas dosis de imaginación. Si bien esa pequeña muerte planea sobre cualquier otro dador de palabras, ya que un cuentista o un poeta que no se encuentre en perfecta sintonía con la «loca de la casa» experimentará también, momentáneamente, esa sensación de catástrofe.
Pero la capacidad de imaginar y de crear cada día es un regalo para todos nosotros, elijamos expresarnos a través de las palabras o no. Y todos hemos protestado de forma muy intuitiva de niños contra los enemigos de nuestra creatividad innata. Entonces éramos pequeños, ahora tenemos más herramientas para defendernos…
Los seguidores del blog sabéis que a lo largo de estos meses, desde nuestras comunidades literarias y nuestro taller de escritura creativa en Valencia, hemos emprendido una cruzada a favor de ese gran potencial creativo con el que todos nacemos, y que, uno a uno, han ido cayendo seis de los asesinos de la creatividad que nos acechan desde la infancia. Pero nos faltaba descubrir el perfil del séptimo. Aquí lo tenéis, igual de artero, igual de voraz, igual de dañino:
Homicida de la creatividad número 7:
La presión: establecer expectativas exageradas para el desempeño del niño. Por ejemplo, los regímenes de entrenamiento tipo «invernadero» -que obligan a los niños muy pequeños a aprender el alfabeto o a contar antes de que tengan ningún interés real- pueden con facilidad tener el efecto contrario y producir aversión por el tema que se está enseñando.
El espíritu creativo, Daniel Goleman
La presión o el establecimiento de expectativas descontextualizadas son nuestro séptimo enemigo de la creatividad, porque la alejan de uno de sus nutrientes básicos: la motivación, y acaban teniendo un efecto contraproducente. De niños siempre sentíamos apetito por aprender jugando y por jugar a las cosas que verdaderamente nos gustaban… Jugar es un trabajo muy serio, más de lo que parece. Lo es para cualquier persona, y también para el escritor.
Presión, universo de la palabra:
Coacción, empuje, tensión
Visita a través de «Libros de papel»
nuestro club de lectura y escritura en Valencia:
El Niño,es niño porque su cuerpo es pequeño y no está desarrollado,pero,el ser interior que va dentro de ese cuerpo físico si lo está,solo que no tiene desarrollados los medios para relacionarse con el medio ambiente al que ha llegado…La Tierra.
Esto puede ser polémico,pero el niño físico es el cuerpo carnal que le ha tocado en suerte al ser no visible que lo controla y le sirve como vehículo para moverse por esta tierra y, que ya viene totalmente desarrollado,solamente que tiene que esperar a que se le desarrolle su cuerpo físico para poder relacionarse y desarrollarse con el medio que le rodea.Del Ser que ocupa nuestro cuerpo físico,y,lo maneja,nadie sabe una palabra,…muchas conjeturas,muchas suposiciones,pero en verdad…»nada de nada»,únicamente,cuando se estropea el cuerpo físico y se para,el que esta dentro desaparece y si te he visto no me acuerdo…se fue a ano se donde y hasta nunca …ciao.
Gregorio Laborda Velando..
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En la última frase los duendes han puesto un error que no es lo que pone,sino …se fue a no se donde y hasta nunca…ciao.
¡Estos duendes que cosas hacen!
Gregorio Laborda Velando.
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