Sabato y Lugones son dos de los autores que están siendo homenajeados en los torneos literarios de Libro vuela libre en curso, cuyos grupos de narrativa ya han entrado en la última fase de votación.
El túnel, la famosa novela corta de Ernesto Sabato, y La lluvia de fuego, el sugerente relato fantástico-ocultista de una de las voces más importantes del modernismo argentino: Leopoldo Lugones, protagonizan las primeras recomendaciones de lectura de los VII torneos literarios de Libro vuela libre, que en esta edición rendirán tributo tanto a estos dos excelentes autores del Cono Sur como a grandes narradores europeos, como Albert Camus y Robert Louis Stevenson.
Aquí os dejamos uno de los puzles literarios dedicados a Lugones y a Sabato que están inspirando dos de las actividades complementarias de nuestros talleres de narrativa, y que esta semana son nuestra puerta de entrada para recomendar la lectura de El túnel y La lluvia de fuego.

Integrantes de uno de los grupos de los talleres literarios de LIBRO VUELA LIBRE en Valencia durante una de las dinámicas de los torneos
Sabato y Lugones en las recomendaciones literarias del taller de narrativa de Libro vuela libre, puzles de escritura en curso:
Ernesto Sabato, fragmento 1 de El túnel:
«Me desprecié. Esa tarde comencé a beber mucho y terminé buscando líos en un bar de Leandro Alem. Me apoderé de la mujer que me pareció más depravada y luego desafié a pelear a un marinero porque le hizo un chiste obsceno. No recuerdo lo que pasó después, excepto que comenzamos a pelear y que la gente nos separó en medio de una gran alegría.»
Leopoldo Lugones, fragmento 1 de La lluvia de fuego:
«Mejoró al cabo de mucho tiempo, quedando, no obstante, tan débil, que no podía moverse de la cama. La proximidad de la muerte habíalo ennoblecido y humanizado. Sus ojos llenos de gratitud no se separaban de mí, siguiéndome por toda la habitación como dos bolas giratorias, aunque estuviese detrás de él; su mano buscaba las mías en una intimidad de convalecencia. En mi gran soledad, iba adquiriendo rápidamente la importancia de una persona.»
Ernesto Sabato, fragmento 2 de El túnel:
«Con satisfacción feroz y con claridad nunca tan intensa, pensé por primera vez en ese procedimiento y en la persona indicada: Lartigue.»
Leopoldo Lugones, fragmento 2 de La lluvia de fuego:
«Cuanto pude imaginarme, palideció ante la realidad. No sé qué era más subyugador, si la hermosura o la rareza de su tipo.
Tenía realmente ante mí una egipcia faraónica.
Y su presencia bastaba, al punto, para imponer, con una evidencia de esplendor, el dominio de la reina.
Esbelta hasta la vibración, como esos juncos que aun bajo la más perfecta calma están cimbreando con una especie de interna música, su delgadez aérea, exagerándose en finura ascendente, a la manera de una larga flor, perfilaba apenas, en la gracia del andar, la angosta evasión del flanco felino.»
Ernesto Sabato, fragmento 3 de El túnel:
«Necesitaba despejarme y pensar con tranquilidad. Caminé por Posadas hacia el lado de la Recoleta.
Mi cabeza era un pandemonio: una cantidad de ideas, sentimientos de amor y de odio, preguntas, resentimientos y recuerdos se mezclaban y aparecían sucesivamente.
¿Qué idea era esta, por ejemplo, de hacerme ir a la casa a buscar una carta y hacérmela entregar por el marido? ¿Y cómo no me había advertido que era casada? ¿y qué diablos tenía que hacer en la estancia con el sinvergüenza de Hunter? ¿Y por qué no había esperado mi llamado telefónico? Y ese ciego, ¿qué clase de bicho era?».