El estilo de este personalísimo narrador, estrechamente vinculado a Valencia, regresa a los talleres de escritura creativa adscritos a LIBRO, VUELA LIBRE, en su modalidad presencial u online, con tres relatos que custodian la clave número 12.
«Fábula verde«, «Hablo como hombre» y «Yo vivo» inaugurarán una de las experiencias creativas de complemento del taller literario vinculado a la próxima liberación de talentos de nuestra iniciativa y abrirán paso al segundo tributo de otoño que celebren nuestras comunidades literarias. Disfrutad de la inmensa creatividad de este escritor y de los nuevos horarios de nuestro taller literario en curso.
Tanto en nuestro anterior tributo a Max Aub como en la página de los talleres de escritura del blog podréis encontrar toda la información sobre los grupos de inicio, profundización y veteranos que renovarán las cadenas de lectura y escritura de LIBRO, VUELA LIBRE este año.
Actividades complementarias de los talleres de escritura creativa en Valencia adscritos a LIBRO, VUELA LIBRE: EL REGRESO DE MAX AUB en nuestro club de lectura y taller literario
«¡Los manzanos y los verdes! A través de los setos y por las sendas escondidas por la hierba alta, ¡correr toda la mañana! El rocío, madrugada condensada, mojaba inmediatamente los zapatos, las medias, los bordes de la falda. Plata fundida en alegría. Las bocanadas del amanecer desaparecían con los amplios latigazos del sol. El hilo de alambre con las púas de la propiedad se salvaba con un grito. Las flores amarillas, azules y rojas hacían de estrellas en el cielo verde. Los manzanos con la corteza entrecana bailaban en ronda a su alrededor. Las manzanas lanzadas parabólicamente entretejían el agua azul del cielo, frutas en las antípodas de los acianos, de los amargones y de las amapolas.
Cuando llegaba el atardecer, por si acaso, sentía, vehemente el deseo de grabar inolvidables en ella los colores de las colinas. Cerraba los ojos. Uno, dos, tres, contaba como si se tratara de una fotografía hecha con exposición. Los matices se le confundían, las líneas se le atrofiaban y todo lo visto se convertía en una mezcla sin color, color del tiempo, color «siempre», que ella inventó. Le daba rabia de ello y mordisqueaba briznas de hierba.
Sentía poca simpatía por las amapolas, rojas, carne casi ya, con las piernas velludas y el corazón negro. Y se iba a dormir la siesta entre las verduras, al son de las adormideras. Las grandes hojas de col eran los mapas de su imaginación; viajaba por las nervaduras más altas y veía un extenso paisaje fértil y verde; canales, ferrocarriles, ríos, se juntaban camino del corazón. Y la hoja se hacía más blanca cuando más a la cumbre se acercaba, como en los montes de verdad que ella desconocía. Amarillo claro, corazón de col, topacio. Color hecho para ser traspasado, espacio. Nadaba por el amarillo claro de un amanecer con un corazón de col, col «corazón de buey», en la mano, como salvavidas.»
Max Aub, Fábula verde (fragmento)
«Me hizo un efecto extraño; recordaba la filmación plano por plano (número por número, como decimos aquí) y vi un primitivo del cine, una película hierática, quieta, distinta de la que hicimos. El tiempo y la historia nutren con su savia las obras de arte. Los hombres solos no acaban nunca de saber lo que hacen.
Los actores principales fueron profesionales, algunos muy conocidos, pero la base, todos los papeles secundarios, fue auténtica gente del pueblo a la que, después de explicar la situación, desesperados, dejábamos hablar a su modo y manera. Esto da a la película su realidad, su autenticidad, pero también su lentitud, su hieratismo, y, tal vez, su grandeza. Cuando digo hieratismo me refiero a todos sus sentidos: lo sagrado, el sacerdocio, cierta escritura jeroglífica y también al estilo, al ademán, afectado.
En esta película desigual, deshecha, está sin embargo, a mi juicio, uno de los grandes capítulos del cine de nuestro tiempo —de mi tiempo— cuando el fascismo daba cara a cara su nombre, e intentamos tender, sobre la poesía de la soledad y de la muerte, un puente de fraternidad humana. Se hundió: quedan estas ruinas. Y otras, desde luego.
No es un documental sino un documento. Un homenaje del pueblo español a tantos luchadores venidos de todas las partes del mundo para defenderle, y, al mismo tiempo, un homenaje de éstos al pueblo español, defensor de su honra y su libertad. «
Max Aub, Hablo como hombre (fragmento)
«Sigue siendo el que fue, dulce continuidad. Vive. Abre los ojos al alba del día. Está en lo cierto. Sosiego. Mano a mano con el ocio, largas las horas tendidas al frente.
Hiedra, lirón; descubrir, descansando, queda el alma, sin fuerza los músculos, que la ventana es una ventana, y que el sol tibio saluda sin trabas. Dulce cansancio del descanso. El techo es igual a ayer: aquel ligero desconchado, con su partícula a medio desprender, desde que la vio. Bienestar siempre blanco. El colodrillo en la almohada limpia; las sábanas limpias, las paredes limpias, el sol limpio. Todavía no han nacido las moscas. Serenidad. Ponerse el traje de baño, y al mar. Al mar, qué ahora oye, sordo. Las olillas de casi nada, lamiendo la arena fina; ocre, por mojada; pajiza, dos pasos más arriba. Enrique descubre el Mediterráneo y echa una pierna fuera de la cama.»
Max Aub, Yo vivo (fragmento)
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