Jack Kerouac y el espíritu de la Generación Beat
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Creativo, no lo dudes: “El arte es bueno cuando nace de la necesidad. Tal origen es la garantía de su valor; no hay otro.» Esta encendida confesión, que Neal Cassady hizo por carta a Jack Kerouac, encierra el espíritu de búsqueda, vitalidad e independencia que caracterizaba a la Generación Beat. Escapar y buscar más allá de lo material a través de continuos viajes, experiencias, el budismo y –en demasiadas ocasiones- los excesos formaba parte de ese proceso de contracultura que inauguraron a finales de los años cuarenta escritores como Ginsberg, Burroughs o Kerouac y que prometía una visión renovadora del mundo en el corazón de la juventud de los años sesenta.
La escritura “beat”, con su vuelo ininterrumpido desde lo más hondo de uno mismo, proponía las asociaciones libres, el vigor, el viento, la ausencia de intervalos que rompan la estructura de la frase y la profundidad ilimitada de los océanos. La pasión, la originalidad y el inconformismo inflamaban una nueva sensibilidad muy briosa: «No serás nada en este mundo a menos que hagas lo que quieras» –apuntaba Kerouac-, “Creo que habría que escribir, en la medida de lo posible, como si uno fuera la primera persona de la tierra y describiera humilde y sinceramente lo que ha visto, experimentado, amado y perdido” -decía Cassady-. En la mirada de los autores de este movimiento todavía quedaba espacio para el asombro, la esperanza y los espejismos…
Escribe, vuela. Tal vez el sueño del hombre sea una permanente utopía, pero desprenderse de las convenciones sociales y los valores más inhumanos de la sociedad capitalista vuelve a ser hoy un ejercicio imprescindible, necesario, y ya se hallaba en el núcleo de la transformación cultural que se cernió, como un tsunami, sobre los coetáneos de Jack Kerouac, ya formaba parte del anhelo de todos aquellos que hicieron de On the Road una obra de culto:
«Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas.»
Jack Kerouac, En el camino
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