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Tributos a Ursula K Le Guin. Primavera literaria de LIBRO VUELA LIBRE

1 May La obra de Ursula K Le Guin en los talleres de escritura creativa en Valencia de LIBRO VUELA LIBRE

Ursula K. Le Guin ha sido una de las mentes más brillantes de la literatura, una visionaria cuya obra ha trascendido las fronteras de la ciencia ficción y la fantasía para explorar los misterios de la humanidad y de nuestras sociedades tecnológicas. Su legado es un faro para escritores y lectores, una invitación a soñar sin límites y a cuestionar lo establecido al que los talleres literarios y las comunidades de escritura de LIBRO VUELA LIBRE quieren rendir tributo en su primavera literaria.

Ursula K. Le Guin, la defensora de los escritores de la imaginación, en los tributos literarios de LIBRO VUELA LIBRE

A través de obras como Los desposeídos o La mano izquierda de la oscuridad, Le Guin no solo creó universos extraordinarios, sino que nos enseñó a mirar el nuestro con nuevos ojos. Su pluma nos llevó a mundos que no solo eran imaginarios, sino profundamente reales en sus reflexiones sobre el poder, la igualdad, el género y la conexión humana.

Ursula ofreció un discurso memorable al aceptar la Medalla de la Fundación Nacional del Libro a la Contribución Distinguida a las Letras Americanas en 2014. En este discurso, defendió apasionadamente a los «escritores de la imaginación», a aquellos que trabajan en géneros como la fantasía y la ciencia ficción y que a menudo han sido marginados en el mundo literario.

Le Guin destacó la importancia de la imaginación como herramienta para explorar alternativas a las realidades actuales y para ofrecer esperanza en tiempos difíciles. También criticó el enfoque comercial de la industria editorial y abogó por la literatura como un arte que trasciende el simple afán de lucro.

Recordemos, para hacer frente a nuestro próximo puzle de escritura, parte de las inspiradoras palabras que esta gran autora -cuya obra protagonizará los siguientes tributos de nuestra primavera literaria- pronunció en su discurso de aceptación de la Medalla de la Fundación Nacional del Libro a la Contribución Distinguida a las Letras Americanas :

Discurso de aceptación de Ursula K. Le Guin de la Medalla de la Fundación Nacional del Libro a la Contribución Distinguida a las Letras Americanas (2014)

A quienes me han concedido esta hermosa recompensa, mi agradecimiento de corazón. Mi familia, mis agentes, mis editores, saben que mi presencia aquí es tanto obra suya como mía, y que la hermosa recompensa es tanto suya como mía. Y me regocijo aceptándola y compartiéndola con todos los escritores que han sido excluidos de la literatura durante tanto tiempo: mis colegas autores de fantasía y ciencia ficción, escritores de la imaginación, que durante cincuenta años han visto cómo las hermosas recompensas iban a parar a manos de los llamados realistas.
Se avecinan tiempos difíciles, en los que necesitaremos las voces de escritores que puedan ver alternativas a cómo vivimos ahora, que puedan ver a través de nuestra sociedad presa del miedo y sus tecnologías obsesivas otras formas de ser, e incluso imaginar verdaderos motivos de esperanza. Necesitaremos escritores que recuerden la libertad, poetas, visionarios, realistas de una realidad más amplia.
(…)

Ursula K. Le Guin

Tributos literarios de la clave A-98

8 Nov

Las obras de dos grandes narradores estadounidenses, Philip Roth y Raymond Chandler, y de la escritora y periodista española Elvira Lindo, protagonizarán los próximos tributos literarios de la clave A-98 en los talleres de escritura creativa de LIBRO VUELA LIBRE en Valencia.

El pecho, una novela corta de Philip Roth publicada en 1972 en la que su protagonista, el profesor de literatura David Kepesh, enfrenta un conflicto entre sus deseos y su parte racional; El sueño eterno, la novela negra publicada en 1939 con la que Raymond Chandler presentó a su personaje más conocido: el detective Philip Marlowe, y Lo que me queda por vivir, una novela ambientada en un Madrid de los años ochenta al que Elvira Lindo nos invita a entrar a través de una historia sobre la experiencia temprana de la pérdida, serán las primeras obras narrativas en inspirar las actividades complementarias de la clave de escritura A-98.

Tributos literarios a Philip Roth: «El pecho». Fragmento 1 de la clave de escritura A-98:

PHILIP ROTH, El pecho

No era dolor, al contrario, la sensación era más bien agradable, y no obstante me parecía tan extraño sentir aquello que grité.

—¡Me he quemado! ¡Ha sido un incendio!

—Cálmese, señor Kepesh —me dijo una mujer—. Solo le estoy lavando. Me limito a lavarle la cara.

—¿La cara? ¿Dónde está? ¿Dónde están mis brazos? ¿Y mis piernas? ¿Dónde está mi boca? ¿Qué me ha ocurrido?

Entonces habló el doctor Gordon.

—Se encuentra en el hospital Lenox Hill, David. Lleva aquí diez días. Le he visitado a diario por la mañana y la noche. Disfruta usted de excelentes cuidados y de todas las atenciones que requiere. En estos momentos le están lavando la cara con una esponja, agua templada y jabón. Eso es todo. ¿Acaso le duele lo que le están haciendo?

—No —gemí—, pero, ¿dónde está mi cara?

—Deje que la enfermera le lave y dentro de un rato hablaremos. Debe descansar todo lo que pueda.

—¿Qué me ha ocurrido?

Recordaba el dolor y el terror, pero nada más: había sido como si me hubiesen disparado una y otra vez desde un cañón contra un muro de ladrillo y a continuación me hubiera pisoteado un ejército de botas. En realidad era más bien como si hubiera sido un hombre de caramelo masticable, extendido en direcciones opuestas por el pene y las nalgas, hasta llegar a ser tan ancho como largo había sido. Los médicos me dicen que no pude estar consciente más que unos pocos minutos, pero, al rememorarlo, me parece que estuve despierto para notar que cada hueso de mi cuerpo se quebraba y se reducía a polvo.

—Si ahora pudiera relajarse…

—¿Cómo me alimentan?

—Intravenosamente. No debe preocuparse. Se le alimenta todo lo necesario.

—¿Dónde están mis brazos?

—Deje que la enfermera le lave y luego le friccione con aceite, y ya verá como se siente mucho mejor. Entonces podrá dormir.

Tributos literarios a Raymond Chandler: «El sueño eterno». Fragmento 2 de la clave de escritura A-98:

RAYMOND CHANDLER, El sueño eterno

Su voz pareció venir de lejos.

—Es usted un hombre terrible, terrible.

—Sí; y usted es su hermana mayor. ¿Qué va a hacer en relación con todo esto?

—No puede probar una palabra de nada.

—¿Que no puedo probar qué?

—Que ella le disparó. Usted dijo únicamente que estuvo en los pozos con ella. No puede probar una palabra de lo que dice.

—Cierto —repuse—, pero no pensaba intentarlo. Yo estaba pensando en otra ocasión en que el revólver se hallaba cargado con balas. —Sus ojos eran como charcos de oscuridad, mucho más vacíos que la oscuridad misma—. Pensaba —continué— en el día en que Regan desapareció, al caer la tarde, cuando la llevó a esos viejos pozos para enseñarla a disparar y puso una lata en algún sitio diciéndole que disparase y se quedó junto a ella mientras hacía fuego y no disparó a la lata. Volvió el revólver y le disparó a él, del mismo modo que lo hizo hoy conmigo y por el mismo motivo.

Tributos literarios a Elvira Lindo: «Lo que me queda por vivir». Fragmento 3 de la clave de escritura A-98:

ELVIRA LINDO, Lo que me queda por vivir

—¿Se puede saber dónde estabas?

—Comprando.

—¿Comprando? ¿Comprando qué? ¿Dejas solo a un niño de cuatro años y te vas a comprar?

—Solo ha sido media hora.

—¿Media hora? De media hora, nada. Me llamó al trabajo. ¿Sabes cómo he venido? He venido loco, loco.

—No quiso venirse conmigo.

—¿Y tú haces lo que él dice?

—Se quedó viendo la tele, qué coño le podía pasar.

—De todo, podía haberle pasado de todo, pero lo que pasó exactamente es que salió a esperarme a la escalera y con un golpe de viento se cerró la puerta. Es decir, que durante unos quince minutos estuvo en la escalera, solo. ¿Y si hubiera decidido esperarme en la calle?

Otros tributos literarios en curso:

Tributos a Antonio Tabucchi en el taller de escritura

13 Oct Antonio Tabucchi en los tributos literarios adscritos a Libro Vuela Libre en Valencia

Dentro de las próximas actividades para narradores de los talleres literarios adscritos a Libro Vuela Libre, que en breve incorporarán un nuevo bloque de creación de personajes, compartimos el primero de nuestros tributos a Antonio Tabucchi de la clave M09, que protagonizará uno de sus originales relatos incluidos en El ángel Negro y titulado Voces traídas por algo, imposible decir qué.

Voces traídas por algo, imposible decir qué en los tributos literarios a Antonio Tabucchi de la clave M09. Dinámicas grupales de los talleres y cursos de escritura de LIBRO VUELA LIBRE. Fragmento 1:

Bajas por la calle de Santa María , ya están las primeras bandadas de turistas paseando con la cámara fotográfica al cuello, algunos sacan fotografías, desde aquí la torre ofrece una perspectiva extraña, se ve un pedazo torcido que parece a punto de rodar, sobre los tejados, causa cierta impresión, hace tiempo en lugar de ese snack-bar había un colegio de monjas, lo recuerdas siempre que pasas por delante, ibas a esperar a una chica que se llama Cristina, hace muchísimo tiempo, no tienes ni ganas de calcularlo, eras otra persona, qué extraño, pero el recuerdo ha perdurado en esta persona tuya de ahora. Se hizo pasar por muerto para escapar a la vergüenza de la quiebra. Ésta es regalada, sin que la aísles siquiera de otras frases, porque la cháchara de las dos señoras que han pasado a tu lado ya se ha hecho confusa a los dos metros, te das la vuelta para mirarlas rompiendo las reglas, solo ves que una de las dos tiene en el rostro la expresión de una extrema sorpresa, como si no creyera lo que oye, y la otra hace un gesto con la cabeza como si dijera: es exactamente así querida, créeme, son dos señoras elegantes que con probabilidad se dirigen a la misa de la catedral, la misa es más tarde, pero ellas pasarán el rato mirando a la gente, charlando, contándose sus secretos, quién sabe de quién hablaban, quién será ese que para escapar a tanta vergüenza se hizo pasar por muerto, en cualquier caso te es indiferente, lo importante es que el principio de la historia empieza a tener una continuación muy prometedora: mi difunto marido, cuando celebramos las bodas de plata, se hizo pasar por muerto para escapar a la vergüenza de la quiebra. No queda nada mal. Por ahora puedes poner un punto y esperar lo que te traiga el destino.

Voces traídas por algo, imposible decir qué, de Antonio Tabucchi

Tributos literarios a Ana María Matute. Actividad de escritura de la clave AM16

1 Dic

Tributos literarios a Ana María Matute en los talleres de escritura online y presenciales de LIBRO VUELA LIBRE en Valencia. Actividad de escritura de la clave AM16:

Tributos literarios a Ana María Matute

Después de los ejercicios literarios de la clave 22, inspirados en nuestras carpetas negra y roja, una nueva propuesta, precedida por nuestro próximo tributo a Ana María Matute, invitará a los escritores en formación de los talleres literarios de LIBRO VUELA LIBRE a experimentar otro desafío de escritura.

Una mañana se levantó y fue a buscar al amigo, al otro lado de la valla. Pero el amigo no estaba, y, cuando volvió, le dijo la madre: «El amigo se murió. Niño, no pienses más en él y busca otros para jugar». El niño se sentó en el quicio de la puerta, con la cara entre las manos y los codos en las rodillas. «Él volverá», pensó. Porque no podía ser que allí estuviesen las canicas, el camión y la pistola de hojalata, y el reloj aquel que ya no andaba, y el amigo no viniese a buscarlos. Vino la noche, con una estrella muy grande, y el niño no quería entrar a cenar. «Entra, niño, que llega el frío», dijo la madre. Pero, en lugar de entrar, el niño se levantó del quicio y se fue en busca del amigo, con las canicas, el camión, la pistola de hojalata y el reloj que no andaba. Al llegar a la cerca, la voz del amigo no le llamó, ni le oyó en el árbol, ni en el pozo. Pasó buscándole toda la noche. Y fue una larga noche casi blanca, que le llenó de polvo el traje y los zapatos. Cuando llegó el sol, el niño, que tenía sueño y sed, estiró los brazos, y pensó: «Qué tontos y pequeños son esos juguetes. Y ese reloj que no anda, no sirve para nada». Lo tiró todo al pozo, y volvió a la casa, con mucha hambre. La madre le abrió la puerta, y dijo: «Cuánto ha crecido este niño, Dios mío, cuánto ha crecido». Y le compró un traje de hombre, porque el que llevaba le venía muy corto.

Ana María Matute, El niño al que se le murió el amigo

Torneos de escritura de LIBRO VUELA LIBRE, tributos en curso de la décima edición

7 Mar

Una de las prioridades de los procesos de formación técnica y artística en los talleres de escritura presenciales y cursos online de LIBRO VUELA LIBRE es abrir el abanico de referentes literarios de los escritores que forman parte de ellos.

Por ello, la décima edición de los torneos de escritura en Valencia de LIBRO VUELA LIBRE acaba de rendir tributo también a novelistas, poetas y cuentistas de procedencias y estilos completamente distintos, entre los que destacan en número esta vez autores contemporáneos de procedencia española o italiana, como Luis Artigue, Ramón Loureiro, Jordi Sierra i Fabra y Giuseppe Culicchia, o autoras de memorias, diarios, ficciones basadas en biografías y otras literaturas del yo como Margarite Youcernar y Anaïs Nin, que ya han recibido varios tributos de nuestras cadenas literarias.

Torneos de escritura de los talleres literarios en Valencia de LIBRO VUELA LIBRE
En el centro de la imagen, Blanca Hermenegildo Caudevilla y Carol Gil Aparicio -ganadora y finalista respectivamente de la X edición de los torneos de escritura de LIBRO VUELA LIBRE-. Arriba, de izquierda a derecha, los finalistas Pilar Cañadas Zarza y José Pastor Gassó. En la parte inferior de la imagen, y también de izquierda a derecha, las otras dos finalistas: Francesca Pérez Ródenas y Cristina Martínez Colomer.

Ganadora y finalistas de la última edición de los torneos de escritura de LIBRO VUELA LIBRE

Blanca Hermenegildo Caudevilla, con el seudónimo Esperanza 6 y su relato titulado Artesano, ha sido la ganadora de esta décima edición de nuestros torneos de escritura, en la que también han resultado finalistas Carol Gil Aparicio -con el seudónimo de Anclauca-, Francesca Pérez Ródenas -con el seudónimo de Irisiada-, José Pastor Gassó -con el seudónimo de Eduardo Tell-, Cristina Martínez Colomer -con el seudónimo de Thorcristhofer– y Pilar Cañadas Zarza -con el seudónimo de Águila Dorada-, todos ellos de la modalidades presenciales u online de los talleres literarios adscritos a LIBRO VUELA LIBRE.

Anaïs Nin en los tributos del puzle literario de la clave TL-24:

Tributos en curso de los torneos de escritura creativa de LIBRO VUELA LIBRE. Anaïs Nin, fragmento 1 de Diario I (1931-1934):

«He terminado mi novela (Winter of Artifice).

Henry ha leído la mitad y dice que es terriblemente humana y más que humana. Profunda y sincera. Henry acepta mi estilo despojado, esencial, esa especie de estilización debida a que condenso mucho. Dijo que revelaba una actitud de mujer, femenina, más que ningún otro libro de cuantos ha leído.

Soy yo quien está ahora a favor de la vida, mientras que Henry está completamente poseído por su demonio. Soy yo quien le hace probar comidas, pasear, relajarse, ir a los cines, acercarse a los cafés

Tributos en curso de los torneos de escritura creativa de LIBRO VUELA LIBRE. Anaïs Nin, fragmento 2 de Diario I (1931-1934):

«Hablamos de los colores que nos gustan. Ella va siempre vestida de negro y violeta. A mí me gustan los colores cálidos, rojo y oro.

Volvimos a nuestros asientos. Ella sigue susurrándome, indiferente al espectáculo: «Sé que Henry cree que estoy loca porque solo busco lo febril. No quiero objetividad, no quiero distancia. No quiero quedar al margen».

Cuando habla de este modo me siento muy cerca de ella y odio la forma de escribir de Henry, y la mía propia, que nos hace estar al acecho de todo, para registrarlo. Y quiero llegar a sumergirme en ella. «

Tributos en curso de los torneos de escritura creativa de LIBRO VUELA LIBRE. Anaïs Nin, fragmento 3 de Diario I (1931-1934):

«Estamos sentados en una habitación monásticamente sencilla, en la que hace unos momentos la máquina de escribir de Henry repiqueteaba como unas castañuelas. Henry me pide que muestre lo peor que haya en mí, y me irrita tener tan poco que contar. (Cuando era pequeña iba a confesarme y no podía encontrar ningún acto censurable, ¡solo sueños censurables!)»