Las dos Sicilias y El Conde Luna

25 Mar

   Las dos Sicilias y El Conde Luna, dos clásicos de una de las principales figuras de la escuela vienesa: Alexander Lernet-Holonia, inspiran otra de las recomendaciones de lectura de los talleres y cursos de creación literaria de LIBRO VUELA LIBRE y la siguiente propuesta de escritura de la clave Cor-33 II.

Tributos a la escuela de palabras vienesa y a Alexander Lernet-Holonia

En estos días de recogimiento disfruta de estas dos narraciones en mayúscula, que van mucho más allá de una novela de intriga, o de un brillante relato en mitad del suspense y la fantasía, y sigue las instrucciones que se compartirán en tu grupo para jugar con «Huecos y órdenes», el segundo cesto literario de esta clave:

          «Huécos y órdenes», cesto literario de la clave Cor-33 II:

Un mundo lleno de hombres /                      libros especiales /                                          sepultura /                                                orilla /                        vivir tranquilos /                       nenúfares /                                dedicatoria /                                                                     subsuelo/

 

Escuela de palabras vienesa: tributos a Alexander Lernet-Holonia

Escritores vieneses: Alexander Lernet-Holonia. Fragmento 1, de Rochonville, en Las dos Sicilias

«El mundo estaba lleno de hombres que buscaban su sepultura. Entre ellos había muchos que vivieron largo tiempo en épocas largo tiempo ya pasadas; pero otros estaban aún vivos y tal vez hubiera también algunos no nacidos aún. Llevaban los más variados trajes, corazas y uniformes, aunque todos iban envueltos en aquellos largos capotes, y las banderas ondeaban por encima de sus cabezas. »

Escuela de palabras vienesa: Alexander Lernet-Holonia. Fragmento 2, de El conde Luna

«Hacía ya mucho tiempo que sus diversas fotografías figuraban catalogadas en libros especiales, como en esos álbumes de fotografías familiares que se veían sobre las mesitas de los salones a fines de siglo, y la policía no tenía más que abrir el libro y buscarlos allí. Porque después de todo, los policías también eran hombres, empleados del Gobierno, y como todos los empleados del Gobierno querían ante todo vivir tranquilos y no tomarse demasiado trabajo. En cambio, aquellos que sabían evitar que sus fotografías figuraran en dichos libros, si bien no podían hacer todo lo que se les ocurría, podían sí hacer una buena parte de lo que les parecía correcto y razonable…»

Escritores europeos de la clave Cor 33 II: Alexander Lernet-Holonia. Fragmento 3, de Silverstolpe, en Las dos Sicilias

«Después de haber subido otra breve cuesta, apareció, hacia la mano izquierda, un soleado estanque cuyas orillas estaban invadidas de juncos y en el que se veía flotar algunos nenúfares. Sobre el agua misma se levantaba una pequeña cabaña a la que se llegaba por un puentecillo de madera. Al pasar el carruaje, algunas culebras, gruesas como un brazo, se deslizaron desde el puentecillo.»

Recomendaciones de lectura y propuestas de escritura en curso: Alexander Lernet-Holonia. Fragmento 4, de El conde Luna

«Porque ser poeta significa dejar de lado lo que no es esencial , y  Casamonte no sólo había dejado de lado la necesidad de mencionar en su dedicatoria que los patricios Chigi, supuestos descendientes de los Julios y de los Flavios, constituían en realidad una familia de vulgares banqueros, de origen bastante desconocido. No sólo había pasado esto por alto, sino que además había pasado por alto en sus planos todo lo que pudiera perjudicar el bello efecto de los grabados. Esto no podía importarle demasiado al cardenal, que no había pisado el subsuelo de Roma , o en el mejor de los casos lo había hecho una o dos veces, en ocasión de algún servicio religioso realizado en la capilla de Santa Cecilia. Poco podía importarle al cardenal en su espléndido palacio, pero sí era importante para una persona que corría peligro de perderse en las catacumbas , y Alexander Jessiersky no pudo menos que maldecir la tendencia del mundo, que consistía, cuando no en deformar las cosas totalmente, por lo menos en modificarlas de acuerdo con su gusto y con sus necesidades.»

 

 

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Una respuesta hasta “Las dos Sicilias y El Conde Luna”

  1. José Luis Blanco 27 de marzo de 2020 a 12:15 #

    IRENE, MI LOCURA

    En un mundo lleno de hombres vulgares, Aníbal era un joven que irradiaba encanto, libertad y poderío sexual; era un asiduo lector que prefería recibir libros especiales que pudieran descubrirle nuevas formas de hacer y de pensar que le liberaran de los dogmas mentales que en determinados momentos le hacían llevar una vida de sepultura.
    Orillado y postrado en la cama con la pierna hecha astillas le había servido para dejar de fumar y aun sin quererlo, vivir tranquilo y sin ninguna obligación.
    Le embargaba el miedo a que el mozo de la floristería olvidara entregarle a Irene el sobre con la dedicatoria junto con las instrucciones precisas de cómo cuidar el nenúfar que con tanto esmero le había plantado en una maceta de cerámica. ¿Seguiría la muchacha sus elementales indicaciones?
    Irene era un desastre, bebía mucho y se drogaba aun más. Aníbal le reprochaba que fuera demasiado sincera para los actuales tiempos y para su propio bien. Estaba muy cómoda en el espléndido cuerpo que la naturaleza le había proporcionado y disfrutaba hablando abiertamente de cómo le gustaba acostarse con hombres débiles y pecadores.
    Pero al mismo tiempo consideraba que poseía una de las inteligencias más agudas que nunca hubiera conocido, de buen corazón e impulsos generosos, su amor por Irene era incondicional y la apoyaba sobre todas las cosas, pero intuía que su comportamiento le llevaría al subsuelo de la vida y que no viviría más allá de los cuarenta años.

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