Obras recomendadas por el club de lectura de verano de Libro vuela libre, propuestas literarias en curso. Doktor In Faustus, otra de las secciones de nuestro club de lectura Libros de papel, nos sugiere en este comienzo de septiembre una edición para la BIBLIOTECA BÁSICA SALVAT de «Vuelva usted mañana y otros artículos», de Mariano José de Larra.
El club de lectura de nuestros talleres de escritura creativa en Valencia, que viene realizando desde principios de año una campaña a favor de las ediciones impresas, acaba de incluir en el listado de lecturas de verano de Libro vuela libre otra recomendación de Juan Agustín Vigil, el responsable de proponer joyas impresas de grandes clásicos a través de su sección Doktor In Faustus. Disfrutad de estas tres puertas de lectura, de estas tres entradas escogidas para invitaros a leer un irónico artículo costumbrista que parece no perder vigencia.
Obras recomendadas en los cursos de escritura de Libro vuela libre en Valencia. DOKTOR IN FAUSTUS propone: “Vuelva usted mañana”, de Mariano José de Larra (“Fígaro”):
Un título amargo y sugerente, acorde con el carácter y la realidad social carpetovetónicos. Antes, durante y después: un mundo donde prevalece, implacable, la ley del mínimo esfuerzo y nulo resultado. Una ley que oscurece las tribulaciones kafkianas. Una ley cuasi cósmica ante la que sólo queda resignarse y… volver mañana; o quizá pasado mañana; o si no, “Mire usté… ¡mejor no vuelva…! ”.
Ficha técnica de la edición recomendada por Doktor In Faustus para el club de lectura en Valencia de Libro vuela libre:
“VUELVA USTED MAÑANA Y OTROS ARTÍCULOS”, de MARIANO JOSÉ DE LARRA (FÍGARO)
SALVAT EDITORES, CON LA COLABORACIÓN DE ALIANZA EDITORIAL (Edición íntegra para la colección BIBLIOTECA BÁSICA SALVAT, año 1969)
Prólogo de Carlos Seco
Depósito legal : 12102 (1969)
Obras recomendadas en el club de lectura Libros de papel: Vuelva usted mañana y otros artículos, de Mariano José de Larra. Primera puerta de entrada, fragmentos extraídos de las págs. 16, 17 y 18 de la edición seleccionada:
(…) Un extranjero de estos fue el que se presentó en mi casa, provisto de competentes cartas de recomendación para mi persona. Asuntos intrincados de familia, reclamaciones futuras, y aun proyectos vastos concebidos en París de invertir aquí sus cuantiosos caudales en tal cual especulación industrial o mercantil, eran los motivos que a nuestra patria le conducían.
(…)
-Mirad -le dije-, monsieur Sans-délai -que así se llamaba-; vos venís decidido a pasar quince días, y a solventar en ellos vuestros asuntos.
-Ciertamente -me contestó-. Quince días, y es mucho. Mañana por la mañana buscamos un genealogista para mis asuntos de familia; por la tarde revuelve sus libros, busca mis ascendientes, y por la noche ya sé quién soy. En cuanto a mis reclamaciones, pasado mañana las presento fundadas en los datos que aquél me dé, legalizadas en debida forma; y como será una cosa clara y de justicia innegable (pues sólo en este caso haré valer mis derechos), al tercer día se juzga el caso y soy dueño de lo mío. En cuanto a mis especulaciones, en que pienso invertir mis caudales, al cuarto día ya habré presentado mis proposiciones. Serán buenas o malas, y admitidas o desechadas en el acto, y son cinco días; en el sexto, séptimo y octavo, veo lo que hay que ver en Madrid; descanso el noveno; el décimo tomo mi asiento en la diligencia, si no me conviene estar más tiempo aquí, y me vuelvo a mi casa; aún me sobran, de los quince, cinco días.
(…)
Amaneció el día siguiente, y salimos entrambos a buscar un genealogista, lo cual sólo se pudo hacer preguntando de amigo en amigo y de conocido en conocido: encontrámosle por fin, y el buen señor, aturdido de ver nuestra precipitación, declaró francamente que necesitaba tomarse algún tiempo; instósele, y por mucho favor nos dijo definitivamente que nos diéramos una vuelta por allí dentro de unos días. Sonreíme y marchámonos. Pasaron tres días; fuimos.
-Vuelva usted mañana -nos respondió la criada-, porque el señor no se ha levantado todavía.
-Vuelva usted mañana -nos dijo al siguiente día-, porque el amo acaba de salir.
-Vuelva usted mañana -nos respondió al otro-, porque el amo está durmiendo la siesta.
-Vuelva usted mañana -nos respondió el lunes siguiente-, porque hoy ha ido a los toros.
-¿Qué día, a qué hora se ve a un español?
Vímosle por fin, y «Vuelva usted mañana -nos dijo-, porque se me ha olvidado. Vuelva usted mañana, porque no está en limpio».
A los quince días ya estuvo; pero mi amigo le había pedido una noticia del apellido Díez, y él había entendido Díaz, y la noticia no servía. Esperando nuevas pruebas, nada dije a mi amigo, desesperado ya de dar jamás con sus abuelos.