Las ficciones de Patricia Wrightson, nacida en Nueva Gales del Sur; los versos de Michael Dransfield, representante de la «nueva» poesía australiana de los sesenta; y los ejercicios de escritura creativa basados en la obra del prolífico novelista Morris West, nacido en Melbourne, inaugurarán los próximos tributos a la literatura australiana de los cursos y talleres de creación literaria de LIBRO, VUELA LIBRE en Valencia.
Tres estilos de escritura muy distintos: el de «Las Sandalias del pescador«, de Morris West; el de «El Nargun y las estrellas«, de Patricia Wrightson, y el de los poemas de Michael Dransfield abrirán la primera ronda de reflexiones sobre la obra de estos tres autores australianos y los ejercicios de la clave A-26 de nuestro taller de escritura creativa en curso.
LIBRO, VUELA LIBRE: tributos de los cursos y talleres de creación literaria en Valencia. ESCRITORES AUSTRALIANOS, fragmentos de la clave A-26:
Tributos de los talleres de creación literaria en curso. Morris West, fragmento de «Las sandalias del pescador»:
“Para Chiara, la vida era aún su deudora. El pago se había demorado en exceso, y su cuerpo estaba ávido del tributo. Para él, que había traspasado ya la línea de los cuarenta años, el caso era muy distinto. Sabía dónde se ocultaban los rótulos con los precios. Conocía la necesidad que seguía a la viva satisfacción del acto de unión: el ansia de continuidad, la necesidad de hijos nacidos de la semilla derrochada en la lujuria o el amor, la necesidad de un puerto tranquilo y de una mañana de sol tras las tormentas de la noche.
Mientras George meditaba así, Chiara se agitó y se volvió hacia él en busca de su tibieza. Era un gesto ejecutado en sueños, pero más elocuente que las palabras. Hasta su matrimonio con Calitri, Chiara había estado siempre protegida: por padres ricos y afectuosos, por monjas cariñosas, por las tradiciones de su clase. Al fracasar su matrimonio, Chiara encontró otro refugio, y ahora acudía a reposar contra su pecho buscando olvido entre sus experimentados brazos. Mientras George la sujetase en ellos con fuerza, protectoramente, Chiara permanecería a su lado. Pero en cuanto sus brazos aflojaran o su valor disminuyese, se deslizaría hacia otro refugio.
Lo extraño era que Chiara no veía la injusticia de este trato. Había dado a George su cuerpo, su reputación; ¿qué más podía pedirle? Y si George se lo hubiese dicho, no habría comprendido. Casada y madre, Chiara llegaría finalmente a la madurez, pero en su posición actual sería siempre la mujer-niña, en parte encantada con la aventura, en parte temerosa de sus consecuencias, pero sin comprender que la deuda de amor no se pagaba totalmente con la moneda de su carne.”
Tributos de los talleres de creación literaria en curso. Patricia Wrightson, fragmento de “El Nargun y las estrellas”:
“Resultaba difícil concentrarse, con el bulldozer justo en frente de él. Comenzó a jugar una especie de juego mientras tomaba la palabra. No levantaba nunca sus ojos hacia la plataforma superior, pero giraba su cabeza de lado a lado y retrocedía de vez en cuando, como si le resultara difícil focalizar la atención de sus oyentes. Estaba seguro de que le detendrían y le pedirían que regresara, pero ellos parecían simples criaturas que no le hacían el menor caso. ¿No podéis verlos? ¡Hay tantos! –dijo en una ocasión. Ellos se rieron de sus dificultades y dejaron que se moviera dos pasos más hacia atrás. Por fin se detuvo en un montículo de piedra, a sólo dos metros del comienzo de la pendiente, desde donde les habló muy en serio. Había Ganado su juego y llegó a casa de los Nyols; no había otra idea en su mente hasta entonces.”
Tributos de los talleres de creación literaria en curso. Michael Dransfield, «El día una vez»:
» La gran ciudad tiene cien millones de cuartos
de modo que cualquier combinación es posible
en un minuto el cielo es sangre y en el siguiente es gris
algo sucede
un edificio cae
uno se alza
hay guerras
nadie gana
las acciones suben sueldos precios
políticos visitan suiza
el clima es saludable allí y convierte todo en oro
Leonardo cabalga con los Borgia
esperando libros
esto será contra él
cabalga un caballo blanco
no toma parte en la matanza
a veces diseña una máquina de sitio
lamenta las ciudades en ruinas
le darán un castillo
necesidad histórica:
para entender una persona hay que llegar a ser esa persona
en el océano
en el centro del cielo
nada se mueve
pureza total
el ojo del huracán
y en el desierto
un hombre quemado por el viento
camina en la noche hacia Rigel
el planeta gira es un molino
nada se detiene
nada debe ser enfrentado
en un lado las fábricas hacen corazones sangrantes
en el otro estrellas rojas
estos son sus totems
el masoquista adorado
las chispas del fuego del fusil
después que comience la destrucción,
todo, incluso la regeneración
es movimiento hacia la muerte
los pobres construyen sus barriadas sobre la tierra
y los ricos van a cazar
nada debe vivir
incluso cazan los insectos
un pájaro hecho por el hombre se eleva hacia lo alto
para esparcir muerte en los campos
el escritor de literatura está en su cuarto
y ha cerrado la ventana
la música de un altavoz ahoga los gritos
y el fuego de artillería escribe con mucho afán
no se oye la puerta detrás de él que se abre
ni la estrella roja que sigue. «
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