DESAFÍOS LUNARES DE INVIERNO. Curso de escritura

YELEDA.
Nunca una yeleda tan grande había trastocado tan profundamente mi ser.
mi mente estaba vacía de ilusiones, de proyectos, de recuerdos,se había quedado petrificada ante aquel suceso que lo había anulado todo…
mi cuerpo había quedado reducido a una vida vegetativa sin capacidad de realizar ningún movimiento voluntario, había dejado de tener necesidades fisiológicas ni sensoriales.ya no era una persona me había convertido en un zombi.

A.Bal-la

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YELEDA
Nombre que significa: hecha de hielo. Pertenece a la hija nacida del dios Peromeo y la diosa Crisalina. Ella fue la conjunción del viento helado que emanaba de su padre y la flor de color rojo que salía en un arbusto cerca de los volcanes. Por eso poseía un interior muy cálido, pero toda su envoltura era de hielo, tan transparente que tomaba el color de su alma: el rojo. Era hielo rojo intenso.
También, como a todos los dioses, se le atribuían poderes, pero los de ella eran muy especiales. Según las circunstancias podía enfriar la atmosfera hasta convertir todo lo que la rodeaba en nieve , o derretir con su calidez interior, solamente con pretenderlo, hasta los icebergs y los océanos amenazados por las capas de hielo.
Su forma también cambiaba, cuando se hacía visible. En ocasiones tenía aspecto de nube, variando su tamaño y movida por su progenitor. De esta manera helaba todo lo que se ponía en su camino; y en otras, ocurría lo contrario, se transformaba en una infinidad de pétalos rojos que se esparcían sobre los campos, las montañas y los valles, haciéndolos fértiles gracias a las gotas de humedad que desprendían.
Esa dualidad, hizo que se la invocara en numerosas ocasiones, tanto para una posibilidad como para la otra.
“En aquellos tiempos la raza humana parecía a punto de morir. El orbe solar tenía la frialdad de la luna. Un eterno invierno agrietaba el suelo. Las montañas, que habían surgido vomitando hacia el cielo las llameantes entrañas de la tierra, estaban grises de lava helada. Ranuras paralelas o estrelladas recorrían las comarcas; grietas prodigiosas, abiertas de repente, se tragaban las cosas de encima en un brusco descenso, y podía verse cómo se deslizaban lentamente hacia ellas largas filas de bloques erráticos. El aire oscuro estaba salpicado de agujillas transparentes; una blancura siniestra cubría los campos; la universal irradiación de plata parecía esterilizar el mundo.
Ya no había vegetación, sino algunas manchas de liquen pálido sobre las rocas. La osamenta del globo se había despojado de su carne, que está hecha de tierra, y las llanuras se extendían como esqueletos. La muerte invernal atacó la vida inferior; los peces y animales del mar habían perecido aprisionados en los hielos; luego murieron los insectos que hormigueaban en las plantas trepadoras , los animales que transportaban sus crías en las bolsas del vientre y los seres casi voladores que frecuentaban las grandes selvas; hasta tan lejos como llegaba la vista no había árboles ni verdura y sólo permanecía vivo lo que moraba en cavernas, grutas o cuevas.”
En estas circunstancias se encontraba la raza humana, cuando alguien de la tribu de los Frangidos, que estaban guarecidos en una oscura y profunda cueva, se le ocurrió la idea de invocarla, pues la supervivencia estaba fuertemente amenaza. La lava helada avanzaba hacia el interior de la gruta y todo lo que alcanzaba quedaba irremediablemente sepultado por la siniestra y fría blancura y por la desolación más absoluta.
Ante aquellos hechos, Yeleda, tendría una fuerte oposición con el viento helado de su padre que era el que provocaba lo que estaba ocurriendo, pero tenían que intentarlo o la humanidad entera desaparecería.
Planearon, los chamanes de la tribu, dedicarle una ofrenda que fuera de su agrado y con este regalo, suplicarle para que el invierno que llevaba varios lustros atenazándoles, diera paso a una etapa de recuperación de la vida, casi por completo extenuada.
Sabían cómo le gustaba la música a Yeleda, así que toda la gran tribu, sin excepción, entonaron sus más hermosos cánticos que se extendieron sobre la superficie helada. Sobre el mar, los valles, las cordilleras… y el aire cambió las agujillas transparentes y frías, por pétalos rojos que se fueron posando sobre el blanco, deshaciéndolo poco a poco. Yeleda estaba feliz y todo el universo se contagiaba a través de la música, de esa felicidad. La naturaleza empezó a brotar con fuerza.

FIGURAMAR

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