TALLERES PRESENCIALES DE ESCRITURA CREATIVA EN VALENCIA: https://auroraluna.wordpress.com/about/
“Ves cosas y dices, ‘¿Por qué?’ Pero yo sueño cosas que nunca fueron y digo, ‘¿Por qué no?’ ”. Bernard Shaw, el irónico y brillante escritor irlandés, mostraba así que era tan consciente del poder transformador de los sueños y la imaginación como la indómita cortesana y escritora francesa Ninon de Lenclos que, ya en el siglo XVII, y después de superar importantes desafíos de su tiempo, proclamaba: “Cuando nuestros sueños se han cumplido es cuando comprendemos la riqueza de nuestra imaginación y la pobreza de la realidad”.
Nuestra asombrosa imaginación es capaz de tomar elementos antes percibidos para transformarlos en nuevos estímulos y realidades, es una prodigiosa facultad para idear o proyectar cosas nuevas que, desde la voz de un poeta, podría ser definida como las alas de nuestro pensamiento y, desde la de alguien más pragmático, como un músculo que nos conviene entrenar…
Entrenémosla con los inminentes desafíos de @Erescreativo en Twitter, y no perdamos tiempo en recuperar tres cualidades que, sabiamente, hemos de proteger desde niños: la ilusión, la curiosidad y el inmenso potencial imaginativo con el que todos nacemos; pues, según Shakespeare, uno de los autores que mejor conocía el alma humana: “Un hombre que no se alimenta de sus sueños envejece pronto”.
Antes de la próxima luna llena…
3,2,1… Antes de la próxima luna llena, comenzarán nuestros desafíos para mentes imaginativas en Twitter. Creativos dispuestos a participar que aún no hayáis contactado con http://twitter.com/Erescreativo, hacednos llegar vuestra curiosidad y vuestras ganas de formar parte del primer equipo que vuele en la inauguración de los juegos, o aguardad el pistoletazo de salida en este mismo blog: https://auroraluna.wordpress.com , junto a los amigos de nuestras comunidades de Facebook:
Comunidad del día:
Valencia Club de lectura y escritura -Libros de Papel
RETROPENDONCHO
— ¿Qué desea?— preguntó el dependiente, un hombrecito con bigote fino y modales aún más finos.
—Verá, estoy buscando esto— respondió la mujer colocando sobre el impecable mostrador un cuaderno añejo escrito a mano y señalando con el índice una palabra de entre una lista de ingredientes— Es una receta, pero no consigo entender qué es esto…
—¿Retropendoncho?— leyó el hombrecito dándole a la pregunta un final agudo.
—Si, justo es eso lo que pone. Primero pensé que lo estaba leyendo mal, que quizá fuera perifollo o algo así, pero no, pone claramente retropendoncho: 200 gr de retropendoncho en finas láminas. Seguro.
—¡Ángel! — gritó el dependiente ladeando la cabeza y mirando hacia el fondo de la tienda de delicatessen— ¡ven aquí!
De la nada apareció otro hombrecito con el mismo fino bigote y modales aún más finos, aunque éste tenía un lunar en la mejilla. Obviamente eran gemelos.
— Ángel, ¿has oído alguna vez hablar del retropendoncho?
Ángel juntó las manos y se las llevó al pecho guardando un momento de silencio, que la mujer aprovechó para hablar:
— Busqué en internet pero no encontré nada. Y es ésa la palabra. Mi bisabuela se cuidó de escribirla en mayúsculas, bien clarito.
— Retropendoncho— murmuró Ángel deslizando sus dedos por los labios y desenfocando la mirada.— En láminas…
— Sí, en láminas finas— continuó su hermano.
— ¿Ha probado en una ferretería o en una pasamanería?— intervino un señor que había venido a comprar pimientos del piquillo y estaba impacientándose.
— Pero hombre, cómo va a ser un artículo no comestible.
— ¿Y el resto de la receta es dulce o salada?— añadió una señora que acababa de incorporarse a la cola con una latita de anchoas del Cantábrico.
— Salada ¿es eso importante?
— Siempre puede dar una pista…
La mujer regresó a casa tras recorrer ultramarinos, tiendas de alimentación y el rincón del gourmet de unos grandes almacenes.
Sólo unos meses después, mientras la mujer mantenía una conversación telefónica con su anciana tía abuela de Guadassuar con motivo del 99 cumpleaños de ésta, se le ocurrió preguntarle sobre tan enigmática palabra. La buena señora no andaba fina de entendimiento, pero la memoria remota, esa que nos hace recordar la propia infancia cuando olvidamos el nombre de las cosas cotidianas, como sartén o plátano, exclamó “¡Retropendoncho! Vaya que sí, pues menudo retropendoncho estaba hecho tu padre! Nena, dame un retropendoncho, que voy a colgar este cuadro. Ponle un retropendoncho al cuello y quedará la mar de mono. Déjate de retropendonchos y vuelve a la faena. Un retropendoncho de invierno, y todos del revés!”
RETROPENDONCHO: Palabra comodín utilizada profusamente es sustitución de cualquier otro vocablo, y cuyo significado sólo se comprende en función del contexto en el que se inscribe. Vg: “200 gramos de retropendoncho en finas láminas “equivaldría a decir “200 gramos de X en finas laminas”. ¿Está claro, no?
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