¿Por qué en este momento se necesita adornar 33 cráteres en la luna? Busca al final de esta entrada nuestro desafío lunar a la imaginación. + Info sobre los TALLERES PRESENCIALES DE ESCRITURA CREATIVA adscritos a LIBRO VUELA LIBRE en Valencia: https://auroraluna.wordpress.com/about/
Reflexiones sobre creatividad en los talleres literarios en Valencia de LIBRO VUELA LIBRE
“Lo que pasa es que no sabemos lo que nos pasa, por eso nos pasa lo que nos pasa”, decía Ortega y Gasset. Y qué imperecederas son y cuánta razón tienen sus sabias palabras, qué importante es y cuánta falta nos hace entender quienes somos y qué nos ocurre. En un mundo en constante transformación es imprescindible flexibilizar nuestra mirada y buscar, desde todas las focalizaciones posibles, las particularidades de nuestra alma.
Ser creativo es, fundamentalmente, ser uno mismo. Y nuestras actuales sociedades funcionarían mejor, y serían mucho más felices e inteligentes, si impulsaran a sus integrantes a realizar las funciones más acordes a sus talentos naturales; si, desde esa ubicación armónica y natural, todos sus miembros contaran con la enorme ventaja de afrontar cada reto con motivación y coraje.
El miedo al error y la repetición sistemática de patrones se aprenden, pero la resistencia al cambio y al riesgo de generar ideas diferentes –y por lo tanto todavía no probadas- también se combate, se erradica ejercitando el pensamiento lateral o creativo y la maravillosa capacidad humana de realizar conexiones nuevas e inusuales. El gran poder revelador de la palabra y los ricos mecanismos de la creación literaria pueden, por otra parte, ayudarnos a explorar los entresijos del alma humana.
Recordemos que la creatividad es innata, y que ninguna criatura conocida posee la capacidad de crear que tienen los seres humanos; y no olvidemos que allí donde se encuentre nuestra pasión, estará nuestro máximo potencial creativo.
Podemos cantar, pintar, cocinar, trabajar… y hacer casi cualquier cosa creativamente; pero si nos gusta expresarnos a través de la escritura, somos muy afortunados: hoy las personas que sienten pasión por escribir tienen acceso a más recursos y técnicas de escritura creativa que nunca, cuentan con esa gran ventaja a la hora de dar vida a sus historias.
Cultiva tu talento para que no se pierda la historia que jamás contaste, el matiz que sólo tú puedes rescatar de la observación cotidiana… En todo relato hay un intento de aproximación a lo que nos sucede, un conato de captura de nuestras complejidades. Y detrás de todo relato hay una mirada que es única: la de quien le insufla su imaginación y su memoria, la de quien lo escribe.
Comprueba tu gran potencial imaginativo haciendo frente al siguiente desafío:
Escribe un relato basándote en la idea de por qué en este momento se necesita adornar 33 cráteres en la luna.
Muy buen post, Aurora.
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La Unión Astronómica Internacional tiene etiquetados 1517 cráteres de la Luna de los 5185 accidentes selenográficos (¡qué palabra más científica!) que presenta nuestro satelite. Es decir: quedan por bautizar 3668 cráteres. Curiosenado por la web de la NASA descubrí que los cráteres etiquetados responden a nombres de científicos, artistas, exploradores, astronautas, dioses y diosas, eruditos… Lo que me condujo a una cierta tristeza al no encontrar algunos de mis más admirados prohombres y promujeres. Así que adornaré la Luna, con banderita incluida, con los nombres de 33 personajes que creo infantables a su espacio lunar. Muy posiblemente, algun nombre de mis lista podría ser un selenita escapado a la Tierra. Albert Camus, Maradona, Visconti, Eduardo Galeano, Mercedes Sosa, Jorge Luis Borges, Miguel Hernández, Mozart, Mario Benedetti, Frida Khalo, Antonio Berni, Stevenson, Lillian Gish, Bruce Lee, El Mago Fafa, Francis Ford Coppola, Jean Simmons, María Elena Walsh, Federico Fellini, Guillem (mi hijo), Montgomery Clift, Marilyn Monroe, el Beto Alonso, Svetlana Boginskaya, Joan Miró, Gabriel García Márquéz, Julio Cortázar, el flaco Spinetta, María Callas, Marcel Marceau, Astor Piazzolla y Homero Manzi.
Dejo disponibles 3635 cráteres para el resto de la humanidad.
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Muy bueno, Jimmy! Dispongo de otros 33, y ya son 3602 cráteres los que siguen quedando disponibles a otros lunáticos-as…. como yo!
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El vehículo destartalado bordeaba la cresta del cráter. Casi media milla después un operario salía y, enlatado en su equipo autónomo, clavaba una estaca en el grisáceo suelo lunar, apretaba un conmutador y una ráfaga de luz se lanzaba al cielo.
– A ver, explícame otra vez porqué tenemos que perder toda la fase solar haciendo esto.- Si ya lo sabes, pesado: se cumplen 33 décadas desde que el primer hombre pisó la luna. Y tenemos que iluminar un cráter por cada década: ¡treinta y tres!
– Treinta y tres décadas de años terrestres…, lo que no entiendo es lo de las 33 décadas… No es un número redondo. No es como, por ejemplo, las bodas de plata, que son a los 25 años; o las de oro, a los 50. Pero ¡treinta y tres!, y encima décadas, eso no es un número redondo…- En el año 2269, cuando se cumplieron 300 años, se iluminaron 30 cráteres; y después cada década se ilumina uno más. Es sencillo, ahora salgo yo.
El operario salió con su traje autónomo y puso otra estaca que se iluminó. Cuando regresó al vehículo, su compañero seguía dale que dale.
– Y otra cosa, lo iluminamos para que se vea desde la tierra: no nosotros, para que lo vean los malditos terrakas.-Y que lo digas tú, que eres terrícola…- Perdona que te diga, terraka era mi padre, que nació en Surinam. Yo soy de aquí, nací en la Las Vegas del Mar de la Tranquilidad, soy un lunático legítimo, y estoy hasta las narices de currar para que se diviertan los malditos terrakas.- ¿Y a ti que más te da?, te pagan por hacer esto.- Pues no, no me da igual. Si no estuviera aquí, en un cráter perdido, me pagarían por hacer otra cosa: como la semana pasada, la construcción de la autopista intercaral. Y eso sí, eso sí que es necesario, sí que hace falta, y no iluminar con colorines los cráteres de la luna para que los terrakas sepan ahí abajo que hay algo aquí, arriba.
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Siete son los mares, las plagas de Egipto, los jinetes del Apocalipsis y los enanitos de Blancanieves. Son siete las novias para siete hermanos y siete las maravillas del mundo. Siete los pecados capitales, uno para cada día de la semana. El séptimo de caballería camino del séptimo cielo.
Tres son multitud, son Padre, Hijo y Espíritu Santo, las hijas de Elena, y aquellas otras tres hijas de un rey que las metió en tres botijas y las tapó con pez. Son tres los deseos que un genio puede conceder, los trillizos y los tristes tigres que tragan trigo en un trigal, tris tras.
Treinta y tres son los años que vivió el hijo de un dios, el número atómico del arsénico, la cifra que el médico nos pide que repitamos mientras nos ausculta, la pesadilla de un niño con problemas de pronunciación y el número de cráteres lunares que el multimillonario Karl Mosencraft mandó decorar en el 2033 con farolillos de papel de seda, mientras un coro de niños ataviados con trajes regionales recitaba una versión cantada del principio taoísta de los treinta y tres escalones para llegar al cielo.
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El Barón de Münchhausen se encontraba auscultando al rey de los selenitas.
– Diga treinta y tres, majestad -pidió el Barón
– Treinta -contestó el monarca
– No, del todo.
– Y tres -apostilló el rey de los selenitas.
– No, todo junto.
– Uf, querido Barón, no sé si curareis mi tos, pero lo que es seguro es que aniquilareis mis nervios.
– Treinta y tres, alteza, diga treinta y tres -insistió enérgicamente Münchhausen.
– Treinta y tres -acertó por fin el destemplado rey selenita.
Tras ello, el Barón puso cara de haber acertado finalmente con la raíz del problema, dio media vuelta y se acercó a su neceser, dejado a prudencial distancia de dónde se encontraba el monarca. En realidad todo era una farsa, el Barón ni era médico, ni tenía la más remota idea de cómo curar la tos de su paciente, pero acababa de tener una idea. Extrajo del neceser su petaca de whisky de malta, con tanta gradación que podría tumbar a un elefante, y pensó que siendo así, ¿acaso esos pequeños microbios de la garganta podrían sobrevivir a tal brebaje? Sin que nadie lo viese rellenó una pequeña botella con el contenido de la petaca, y luego se giró con aire de solemnidad hacia el rey que le esperaba intrigado.
– Alteza, bebed este líquido.
Un sorbo, bastó un sorbo para que el rey selenita comenzase a hacer extraños aspavientos, tras los cuales quedó profundamente dormido. El Barón, satisfecho con el resultado final, salía de la alcoba real cuando se encontró por sorpresa con la reina.
– Mi reina, tened la completa seguridad de que ,cuando vuestro esposo despierte, la tos habrá desaparecido por completo.
– Gracias Barón, pero ahora tengo otros desvelos -dijo mientras cogía suavemente la mano de Münchhausen.
Siendo como es un hombre de acción, no debe extrañar que Münchhausen se dedicase con esmero a rellenar el vacío existencial de la reina selenita. Mientras tanto el rey despertaba, completamente recuperado de su achaque, y hacía llamar al Barón a su presencia.
– Estimado amigo -dijo al tenerlo ante si- me habéis curado, y para agasajaros mandaré iluminar treinta y tres de nuestros cráteres.
– Me halagais -contestó cortesmente el Barón.
Pero los remordimientos le asaltaban, asi que antes de dar pie a complicar aún más la situación con la voluble reina, decidió partir en su globo aerostático de regreso a la Tierra. Al cabo de unas horas, y con el mayor de los disimulos, el globo se elevaba del suelo lunar y comenzaba a tomar altura. El barón, desde la barquilla, observaba emocionado como poco a poco iban apareciendo pequeños puntos de luz sobre la oscura superficie lunar. Uno, dos, tres, asi hasta treinta y tres, si bien al Barón le pareció al repetir la cuenta que había uno de más. Y estaba en lo cierto, la luz número treinta y cuatro procedía de la alcoba real, donde la desvelada reina miraba por la ventana hacia el firmamento al tiempo que suspiraba.
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Reblogueó esto en Espaciocrea : : Escritura Creativa en Valencia.
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Cuando la noche llega, tumbada en la hamaca del jardín, que él mismo dispuso sujeta al tronco de dos viejos pinos, para cumplir mis deseos; cierro los ojos, respiro a pleno pulmón y me traslado en mis pensamientos a treinta y tres años atrás , cuando todo comenzó…
Tenía que ser así; era nuestro destino o ¿fueron una serie de casualidades?
Un día por casualidad encuentras a una persona o sucede un acontecimiento que pasa a formar parte de tu vida y decide tu rumbo y tu futuro…
La luna está ahí, fascinante, enorme, redonda, anaranjada, iluminando esta noche de verano; con su influencia mágica sobre los mares, la tierra, el cuerpo, la mente y la fertilidad, mirando con sus miles de ojos de cráter apagados y oscuros.
Nunca veremos su cara oculta, como nunca sabremos qué hubiera sido de nuestra composición vital sin esas casualidades que nos llevaron a crearla.
Treinta y tres años, sí, treinta y tres cráteres de la luna que en mi imaginación ilumino y adorno para que queden eternamente como símbolo de una vida plena.
Ana Ruiz Ruiz. 9/8/!6
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